La cálida ambigüedad de la dictadura.
Los secretos de los niños siniestros.
Los adultos tirados en las aceras.
Mi abuelo borracho siendo bolseado.
Los Hermanos de la iglesia que iban a gorrear el desayuno en casa de mi abuela.
Los letreros de los cines y sus nombres, los cines autorizados, los prohibidos, los de la chusma.
La música de la impunidad en el mac donalds mientras te comías una hamburguesa.
Crecimos en medio de esa mierda, de esa carnicería,
Mis tíos -que me crie con ellos como mis hermanos- me enseñaron la venganza.
De eso podías estar seguro. Tal vez no.
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