sábado, 6 de agosto de 2016

PODEROSAS FOTOS  DE  ISELA  HERNANDEZ,
LA  PRIMERA  EXPOSICIÓN  DEL  ATENEO.
(TODAS LAS FOTOS  PROPIEDAD  DE  ISELA  HERNANDEZ)










En  el  momento  estético  actual    se  da    preferencia    a  los  tecnicismos   en   lugar  de  las  emociones, esto  se ve   en  todas   las  áreas  de la  creación,  una  nueva   forma  de  censura  basada  en  el  elitismo es  creada, los  guardianes  de la  puerta   son   el  dinero  y  los   supuestos   conocedores de la  frivolidad de la oligarquía, los  textos  introductorios   son más  importantes   que  la  obra  pues  la  obra   no  existe,  se  juega  y tergiversa   con  las  ideas  de lo  abstracto, lo  expresivo, lo  conceptual o la  llamada  vanguardia,  las  galerías, los   espacios  culturales , la   crítica   que es  más    bien  apologista de un   oficialismo  de iniciativa  privada,  sostienen  una  gran farsa  a  la   que  llaman   cultura, una  cultura  que   siempre   viene  de  fuera, jamás  desde adentro de la  sociedad, las  élites  se  sienten  extranjeras  y  no   pueden  ver   que  el  conocimiento y  el  arte   pueden  provenir de la  veta  local.
Los  que  no   se  suban a  ese  barco de vanidades, de lambisconería e hipocresía  quedarán   rezagados, el mundo  actual del  arte   está   sobre poblado de  falsas   propuestas, charlatanes , de  técnicos  que   juegan a  ser  artistas y a expresarse pero, desde luego, no  es  allí en  donde  están  sucediendo las  cosas.

Por  eso, cuando veo las   fotos  de  Isela Hernández,  tan  llenas  de  frescura y  con una  necesidad   vital  de  expresar,  de  decir cosas en verdad, esclarecerse como persona   en este  mundo  atribulado, no puedo más  que   conmoverme; la pulsión joven en  el  trabajo de  Isela me habla  de tantas  cosas: paisajes   boscosos y ríos  secos   que  parecieran hablar  del  alma  de la autora, el retrato íntimo  del  alma, más  que  una  descripción de  un paisaje pareciera   el mapa   de  un estado anímico taciturno, de una  naturaleza agreste en  su  interior. A  esta   última  faceta   pertenecen también  los  retratos  en la  ducha, presentados en  esta muestra; una  Isela  que trata de  salirse del encuadre, gestos  duros, defensivos, beatíficos,  vemos  de  nuevo   en un  acto de  honestidad  total,-la  única   que  pueden  tener   los  grandes  artistas- a una  niña de  este  tiempo, en toda su  androginia, toda  plenitud, mostrándose como la pieza   clave  de la muestra, el tema de  su  obra:  la vida  misma, su desnudez.

Creo  que  he  visto una  gran  cantidad  de  trabajos  fotográficos de los  llamados   consagrados, los  expertos, los  grandes  técnicos, y  no   encuentro  esta  honestidad.
 Isela  está   preocupada   por  el  erotismo en su  trabajo y en el mundo. En la  fotografía sus  muñecas  derretidas,  deformadas    por la  caricia  del  fuego,  son   sensuales,  retratadas   contra  elementos  suaves, ásperos, sensuales:  el  pasto, troncos  de  árboles, la  espuma. La fotógrafa  también se  coloca entre la  espuma  lúbrica, que  por  momentos  no  sabemos   si es  algo placentero, o algo  contra  lo  que lucha   el  personaje  de sus   autorretratos.

Estas fotos  son de un  erotismo  inocente, beatífico, físico pero mejor aún, sublimado; un aura   de   religiosidad  rodea  a  estos  seres  delicados  y  rotos  que  deambulan  entre  la  sombra y la luz en las fotos de Isela, cuya  obra  me  remite  a  aquella  frase  de  Jean Cocteau pero  referida  a  la  pintura, en la  que   sentencia: cuando el  artista hace  una  imagen, ésta  siempre es su  propio  rostro.

Luis Urrutia.

            

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